El indigente

Llegando a mi casa, un muchacho, de unos veintitantos, me pidió algo de abrigo. Seguí caminando hasta la puerta y cuando estaba abriendo le dije, sin mirarlo «no, no tengo, disculpá». Me intrigó que me pidiera abrigo y no plata…

Ya en casa me detuve a pensar en mi sentimiento de hermandad, en que todos somos parte de lo mismo, y que negarle abrigo a alguien era negármelo a mi mismo: me estaba abandonando a la intemperie, como a un animal que a nadie le importa. Lo pensé, parado en el medio de la sala, congelado por mi conciencia; me senté, empecé a hacer otra cosa, volvió el pensamiento. «Tiene frío, no quiere drogarse, fumar o tomar vino o cerveza». Fui a mi habitación miré el buzo negro polar que tenía, que me quedaba mal, que usaba para entre casa, que alguna vez me compraron mis padres y que tantas veces me había abrigado. «No tengo muchos buzos», pensé, «pero él lo necesita más que yo». «Lo que para mi vale poco para él puede ser lo más valioso del día» me dije, y pensé «al carajo»: Tomé el buzo, y bajé hasta el palier, pensando qué le iba a decir cuando se lo diera. Ideé frases geniales para decirle, pero cuando estuve frente a él sólo me salió «espero que ésto te sirva» o alguna otra estupidez así… El gurí se lo puso apenas se lo di, después me pidió algo de comer. Le dije que iba a ver qué tenía.

Llegue a casa y me senté. Habré estado media hora meditando lo que había hecho. No me sentía mejor persona, ni más humano, ni me había llenado lo que hice: Sólo sabía que tal vez ese abrigo podría comprarle un poco más de tiempo hasta que encontrara una forma de salir de su situación… pero en el fondo sabía que lo que ese ser humano necesita no es algo material.

No había cambiado el mundo haciendo lo que había hecho. Si ese joven no tenía recursos para salir de su situación, tampoco los iba a tener porque yo le diera un abrigo, o le diera de comer. Tal vez, podía llegar a pensar en ese consuelo de sensiblero barato, de pobreza intelectual, que ese joven iba a sufrir una noche menos; un pensamiento para poder dormir tranquilo por la noche y volverme así un hipócrita más que da chirolas para apagar el reclamo de la conciencia cuando ésta señala algo que está mal. En fin: en el fondo, no lo había ayudado en nada. Y no encontraba nada que me dejara satisfecho.

Pero ¿qué podía hacer? Sólo soy un estudiante… Sólo trabajé dos veces en mí vida, y por unos meses. A los ojos de éste mundo donde hay que transpirar y sufrir para ganarse el pan de cada día, y el que no tiene para comer no existe, no puedo enseñarle nada a un pobre indigente si yo estoy tan pobre como él. Para la sociedad, yo soy un gasto tanto como lo es él, o tal vez más porque yo puedo consumir más. ¿Cómo puedo ayudar a ese joven a caminar por la calle con la frente en alto, si la sociedad le da la espalda porque no produce, y todo lo demás que pueda ofrecer no vale un comino?

Hasta que no tenga algo real que dar, hasta que no me de a mi mismo lo que estoy necesitando, para después poder dar a los demás, voy a ser otro indigente más, aunque más no sea en un aspecto de la vida. Ese joven, probablemente, como no tiene otra preocupación más grande que sobrevivir, tiene todo lo que no es económico de su vida tronchado por la miseria en la que su destino lo puso.

Sólo cuando ese espíritu tenga un hogar donde crecer bien, donde aprender, donde no tener que preocuparse porque lo bastardeen, no le den de comer o lo dejen en la calle, sólo entonces voy a poder dejar de sentir que hay algo mal en la humanidad, y en la porción que me corresponde, en mí. Cualquier otro argumento que se me ocurre para no preocuparme y estar tranquilo es herencia del sistema hipócrita y fayuto en el que vivimos.

Esa noche no me fui a dormir contento.
Nekrocow.

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5 respuestas a El indigente

  1. Raquel Bearzotti dijo:

    Me encanta descubrir que hay jóvenes que contribuyen a hacer conocer conceptos que trasciendan la inmediatez de un plato de sopa.
    No es muy habitual que se recuerde que hay indigentes tan gravemente necesitados como el que te encontraste en la puerta de tu casa. Algunas veces no piden nada, simplemente han sepultado en el fondo de su corazón o de su inteligencia la capacidad de hacer saber su necesidad, no tienen o se olvidaron las palabras con las cuales pedir orientación para buscar sus certezas. Mientras tanto hay una angusutia que crece por desnutrición y nada tiene que ver con la parte física que nos muestra a la sociedad.
    Me alegró tu escrito
    Raquel

  2. conejitolunatico dijo:

    Bueno, acá se plantea un gran dilema de la humanidad entera… Cual es el sentido de todo esto? Que es lo correcto? A través de las enseñanzas de la vida, religiosas, filosóficas, morales, etc. Nos plantean muchas posturas, algunas pueden dar esa sensación de que son mas convenientes porque nos dejan con la conciencia tranquilas, otras nos hacen parecer que estamos frente a una inmensa bola de nieve que nos genera gran impotencia y no nos deja la conciencia tranquila, pero estamos acostumbrados a estar rodeados de tanta decadencia que tampoco nos impulsa a hacer algo para intentar cambiar, ni siquiera con algo pequeño. Por ultimo esta la postura de justificar nuestra indiferencia sin sentirnos unos hijos de put*, sino, que ese es el orden «natural» de las cosas. Con quien debatas te va a plantear una defensa de su postura que en sentido «lógico» es perfectamente estructurada, pero la verdad es que sea cual sea, es difícil sentirse conforme con lo que pensamos/hacemos. Entonces, nos sentimos mal con nosotros mismos, nos sentimos hipócritas por no hacer nada, pero para propio consuelo nos decimos «tampoco hay mucho que podría hacer…», pero lo cierto es que en realidad si que hay mucho que podríamos hacer, cada tanto aparecen esos iluminados desinteresados que lo dan todo por los necesitados, que andan descalzos porque les dan sus zapatos a los indigentes, que reciben en sus casas a familias sin techo… Entonces decimos, si, pero no hay que regalarles pescado, hay que enseñarles a pescar. Y hablando, hablando, encontramos a uno que intentó enseñar a pescar pero hoy en día con tantos planes asistenciales a una persona le sale mas barato (en esfuerzo) comprar una lata en el súper que poner una huerta en el patio de la casa y tener sus propias verduras. Conviene mas hacer un piquete, una cola en el anses que aprender algún oficio. Entonces nos llenamos la boca con frases del estilo “hay trabajo, pero nadie quiere trabajar” y es en parte cierto y en parte no. La realidad es un producto que todos construimos dia a dia, la solidaridad no se nos enseña, es más, está cada vez peor vista (quedas como un boludo, dicen). Habrá muchos agnósticos de la política, pero la política esta en todas partes, todo acto social es político. Nuestra ideología se refleja en el voto. Pero la verdad es que si hay indigentes de 20 y tantos años pidiendo abrigo en la calle es porque a alguien le conviene, a alguien le conviene que halla gente que tenga la cabeza tan quemada que se prostituya por $50 (y eso es mucho hablar), a alguien le conviene gente que no tenga nada y que pueda estar agradecido por su primer televisor, por su primer computadora, por su primera casa, sin importar las consecuencias. E históricamente a alguien siempre le convino que los ciudadanos tengamos la cabeza mas vacía día a día y que nos de miedo pensar, reflexionar y accionar por miedo a “desaparecer”. Porque por muy lejanos y ajenos a nosotros que todos estos hechos parezcan, se trata de estructuras que se vienen construyendo desde hace muuuuucho tiempo y están instauradas en nuestra idiosincrasia con raíces tan profundas que nos sorprenderíamos de nuestros propios discursos si los analizáramos objetivamente.
    Realmente no se por que postura inclinarme, porque no soy un ejemplo de persona ni mucho menos, simplemente pienso, pienso “que está bien, que está mal…?” y se, desde el fondo de mi corazón que ningún ser humano, ningún ser humano debe pasar hambre, frio, indiferencia social, abandono. Ni joven, ni mucho menos viejo (que se rompió el ojete laburando de sol a sol durante años, construyendo lo que hoy nosotros disfrutamos para morirse, literalmente, de frio haciendo una cola para cobrar una miseria), ni negro, ni ruso, ni chino ni indio, nadie! Sin embargo… Acá estamos, y me da vergüenza, no ajena, vergüenza propia de todas las lagrimas derramadas porque no me puedo comprar todo lo que mi consumismo compulsivo me demanda, o lagrimas derramadas porque estoy haciendo dieta y hay gente que creció comiendo de la basura, su organismo esta tan acostumbrado a la comida podrida que de comer un buen plato de comida fresca y caliente se descompensarían… Nada, perdon, me edspido con una frase del padre Mugica, asesinado por su militancia social:

    “Señor: perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
    Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
    Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
    Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
    Señor: yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
    Señor: perdóname por decirles ‘no sólo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que rescaten su pan.
    Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
    Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
    Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz.”

    Y les recomiendo leer o ver sobre las vidas de Carlos Mugica, Pocho Hormiga.Ver la pelicula Deuda de Lanata y nada… Abrir los ojos! Los quiero, Chicos!!!

  3. ToNgA dijo:

    Me gustó mucho el post a pesar de que trata acerca de esos costados de la vida ¿no? Esos costados amargos, pero que son tan reales como los costados dulces.
    Que bueno es sacar una enseñanza de todo esto. Extraer el elemento vivo. Aunque sea chiquito.
    Me llevo la conclusión de que se puede brindar algo al «próximo» sin caer en sensiblería barata, sino haciéndolo conscientemente, con un porqué, cómo y para qué.

    Saludos Manu! 🙂

  4. ale235 dijo:

    Estos son los post a los que poner «muy bueno» me da cosa… Porque me encanta la manera que tenés de expresarte pero es increíble que con los recursos que tiene hoy el mundo haya gente que pase por cosas así… Es como decís: El sistema es un desastre. Manu ¡muy buena reflexión!

  5. Rvzo dijo:

    Es un setimiento amargo el que imprime este relato, que dicho sea depaso, a mi gusto, está muy bien redactado. Pero que sea amargo, no lo hace incierto, y la verdad que en cierta forma, creo que es mejor tener ese sentimiento por ésto… ya que no nos hace ignorantes a estos hechos. Hace que podamos ver, y elegir contribuir en el cambio o no. Muy bueno Nekro, te felicito,

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